Esa es la impresión que tanto un europeo o mexicano puede llevarse cuando viaja de Europa a México o de México a Europa, respectivamente y tiene contacto inmediato con los medios de publicidad o de comunicación (especialmente visuales).

Tenemos el caso de un chico holandés que vino y se enamoró de México. Nos cuenta que cuando llegó a México, se sorprendía de que, al encender la tele o cuando veía la publicidad en espectaculares, observaba que la gente no era como se lo esperaba: la gente parecía más europea u holandesa (en su caso), ya que él esperaba ver gente muy morena de ojos oscuros, de cabello negro. Sin embargo, lo único que veía eran chavas güerotas, de ojos claros. Y cuando en realidad el veía que la población en general no era así.

Al final de cuentas, como nos dice un amigo alemán: “tú eres como una vaca”, es decir, a uno le gusta más el pasto que está del otro lado que el que está en tu corral 😉 En otras palabras, puede que nadie esté conforme con lo que tiene en su país, sobre todo si ya has visitado otros lugares que te encantaron muchísimo.

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